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El cine fantasma (by Nino): XXIII.- Infierno Azul

Infierno Azul (The Shallows)
"Época de Surf y... tiburón" (by Nino)
@CinecomioWall

Las personas que están imbuidas, de alguna manera, en este mundillo del cine, conocen a alguien que habría tenido el sueño de trasladarse a Hollywood en su pasado, para desarrollar su faceta artística tras las cámaras o delante de ellas. En la perspectiva de un chaval nacido en San Acisclo de Vallalta en la provincia de Barcelona, y de nombre Jaume Collet-Serra, se hallaban sus estudios de montaje dentro de una escuela de Los Ángeles, que le llevarían a rodar varios clips musicales para artistas conocidos o atender una llamada de la misma Warner Bros y el productor Joel Silver (fundador junto a Robert Zemeckis de Dark Castle y precursor de algunas sagas de éxito como Die Hard, Arma Letal o Matrix) ... en consecuencia, Jaume va a realizar su primer largometraje con el título de La Casa de Cera y participación de una mediática Paris Hilton. Un buen punto de lanzamiento para proseguir su carrera más allá de esta orilla del Atlántico.




La continuación es una singladura de siete trabajos internacionales que terminan en una playa cercana de México (bueno realmente entre Nueva Gales del Sur y Queensland en Australia) y heroínas con la mirada azul de una actriz reconocida como Blake Lively (Hick, El Secreto de Adaline). Ella, protagonizará el nuevo trabajo del ganador de un Oscar, el alemán Marc Foster con el título de All I See is You o su protagonismo en la última aventura firmada por Woody Allen llamada Cafe Society. Pero el caprichoso nombre de Infierno Azul, es el recuerdo de un pasado ochentero cuando poseíamos esa visión entre oscura y transparente, del color del acero o, en el océano, coqueteando con el exotismo de ese Gran Azul igualmente. Sólo que The Shallows enseña el terror que infunden las mandíbulas de un gran tiburón blanco, obviamente.

El comienzo es extraño como una conversación para besugos, con música extravagante y un personaje con un toque de superioridad espacial que, gracias al espíritu de Poseidón, no aparecerá más dando lecciones culturales y llamado Óscar Jaenada (desaparecido en combate hasta el final de la merienda) y bajo la banda sonora del resolutivo Marco Beltrami, habituado a músicas de miedo. Ima fotografía entre naturalista e íntima de Flavio Martínez Lázaro (autor en filmes de Álex de la Iglesia o Los Cronocrímenes), en consonancia con los cánones atléticos, gastronómicos y natatorios de sus protagonistas.

El esfuerzo de aquellos personajes, establece su malestar o hambre, cerca de la costa donde entablan una lucha desigual por la supervivencia. Algo nada habitual en realidad, pues el gran blanco está en serio peligro de extinción en diversas latitudes del planeta, como Sudáfrica y no suele acercarse tanto (salvo excepciones), a por el personaje principal, rubia elástica y luchadora. Se convierte en heroína a la fuerza, en La Sirenita sangrante de Andersen con escamas de neopreno y el ánimo espumoso... Corazón petrificado ante las relaciones, que son lo de menos aquí. En aislado, anónimo y exótico arrecife repleto de coral de fuego y un vecino alado como el Wilson de Naúfrago, en una merienda al atardecer no recomendada para aquellos ´surferos` y bellas que osen aproximarse a sus olas.

Lo más interesante del montaje, es que el mar se convierte en un espejo, reflejando la frustración y el miedo, en esos momentos en que todo parece calmo y silencioso cuando el sol caer, hacia tu mirada hundida en el horizonte y los pies chapoteando en la superficie o The Shallows.
En la historia del cine, este es un escenario esencial para recrear situaciones comprometidas y arriesgadas, con el héroe sin mirar el sexo. Solitarios fundiéndose en las vistas marinas y un movimiento sospechoso, como un ligero roce en tus dedos, que termina sugiriendo de vosotros, elementos decorativos para esta belleza marina y poderosa. Ahí, polizontes amenazados por la naturaleza salvaje alrededor o las fauces de una máquina-animal, transformada en temible monstruo.
Lógicamente, muchos aficionados a esta batallas épicas tomarán a The Shallows como un chupito de Tiburón, más cercana su producción con Columbia Pictures a filmes del estilo a Open Water o The Reef, con aciertos que sí, utilizase Steven Spielberg para acercarnos al suspense o el silencio tras los gritos desgarradores bajo una tormenta de colmillos serrados y sangre.

Y, ese aspecto psicológico de particular odisea o el terror de la soledad frente a un visitante inesperado surcando las olas, demonio del fondo de las profundidades de tamaño considerable para tus miembros, visualizado a escasos centímetros de tu respiración; en edición semejante a ese truco que tuvo que sacar a flote el mismo Spielberg con habilidad e imaginación, ante los acontecimientos de un muñeco demasiado pesado o fondón. Seguramente necesitado de una dieta a base de carne de un trío irrepetible, por la calidad interpretativa, los desaparecidos Robert Shaw y Roy Schenider, o la tercera R del alegre oceanógrafo Richard Dreyfuss.
Aquí, la total protagonista Blake Lively y su panorámica no privilegiada de la situación comprometida, se convierte en dueña casi única de las secuencias más terroríficas, manipulando visualmente la perspectiva con multicámara y cierta manipulación del espectador con las distancias marcadas y tiempos de exposición al Sol. Válido para no hundirse en un ritmo demasiado reiterado o falto de tensión narrativa, y por tanto, solventado con un crol imaginativo y giros dramáticos para tomar aire, como hiciese Steven con aquel despegue profesional de su carrera hacia las estrellas.

A este Infierno Azul se le abren algunas vías de agua a la altura de las circunstancias, pues el Tiburón emerge con una potencia inusitada para las armas de la joven en apuros y sus alaridos hacia los visitantes a la cena, meros comparsas o peces piloto dispuestos para maquillar la imagen o ser devorados. Sí, un ligero aperitivo para el tamaño de tal estómago, agradecido y recubierto de una triple capa de consabido e inútil comportamiento. Por ende, alejado de aquella impactante película, Jaws y de sus inolvidables personajes, el resto posee un peso testimonial acorde con la estructura narrativa y cariñoso con las escenas impactantes con las que Spielberg sirvió aventura y suspense... Luego, llegaría la depravación a las salas, versiones y vampiros del mar, que se jalaban todo a su alcance al estilo de un Sharknado con voracidad espiral.
El amenazado "Great White" es otro solitario, tratado como una amenaza para braceros apacibles y surferos del mundo, esto es, tratado como un asesino que multiplicase su leyenda de ataques reales y otra mucha parafernalia mediática. Pues, simplemente somos sus invitados en su espacio o dominio acuático, un azul sombrío que sintetizó la novela Jaws con nocturnidad y alevosía literaria, o su posterior adaptación cinematográfica. La transformación del viejo Kong encadenado en su jaula natural, u otros seres gigantescos que dominaron la Tierra, el aire o las olas, desde dinosaurios, colosos fantásticos de nombre nipón o plagas hambrientas que dominan su territorio con el tamaño de los dientes.

Cuenta la leyenda que, el mar no perdona imprudencias y se traga todo aquello que pudiera transformarse en comida para los pequeñines, en retorcidas circunstancias que son hábilmente retratadas por los guionistas de la ciencia-ficción o el terror. Y el director español Collet-Serra, posee esa mirada inquietante que permite idear una pequeña jornada de diversión y pasarla por agua hervida con pasión, es decir, endurecida como huevos recalentados en una sopa de aleta de tiburón, sirviéndola aderezada con un toque azul oscuro y explícito sobre los riesgos en la superficie. Nos convierte en pedazos de pan frito, salado y grasiento, flotando al azar calamitoso de nuestra mínima apariencia, gracias al guionista Anthony Jaswinski y superando los obstáculos con éxito y acción. Tal que las etapas o ejercicios de un especialista al sol, esperando a la próxima ola que permita una exhibición de sus facultades físicas o  equilibrio mental, aunque se halle con un aviso serio... la muerte pintada en blanco en sus labios y rojo profundo, casi carmesí liviano, de sedienta sonrisa desesperada, cortada por el viento y la sal.

Veremos que comensal o sirena invitada, sobrevive a esa situación de por sí,  ´esperada` o al acecho de un opíparo banquete submarino demasiado cercano. Aparentemente, en apartada orilla y a veces brillante, y desesperada cercanía o espera superficial. Vamos que The Shallows se deja ver, a ratos como una aleta que va y viene, como la mayoría de filmes de este director catalán y español, animoso. ¡¡Patas al agua!!

Trailer de "Infierno Azul"

Post-comentario: ¿Cuál es el pez que se come el último...? The End o delfín, claro como the water.

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