Truman. By Nino
"Vaya una vida de perros..."
@CinecomioWall
Los animales de compañía se han acostumbrado a ciertas tribulaciones propias de sus dueños, como si fueran un miembro más de la familia o acompañando a un solitario en aquellos momentos que necesita una pata amiga. Pero, no todo es para siempre como el amor o la amistad, porque estos infatigables compañeros deben aprovechar su existencia corta entre nosotros (un rango de 10 a 20 años, apenas), con su actividad física nos inculcan alegría de vivir, o contra nuestra apatía humana en instantes depresivos, utilizan la solidaridad a cambio de una plato de comida y una caricia de respeto.
A pesar de su fidelidad, cada cual tiene sus propias costumbres o personalidades ´animales`, no es lo mismo un gato que un perro, ya que si fuera el primero tendría un especial sexto sentido curtido durante años de felino jugador y cazador, diferente al olfato y la transparencia afectiva de un cánido.
Creo que los animales (alguno de ellos) serán protagonistas en la próxima ceremonia de los Goya, cuando se lean las candidaturas que el director español Cesc Gay ha acumulado con un estimulante y sincera película titulada "Truman".
Así, cuando planeas un viaje de ida y vuelta, partes con lo necesario en la maleta para limar las posibles vicisitudes que puedan aparecer por sorpresa. Algunas personas recorren esos vericuetos en solitario, enfrentándose a los problemas como un felino con el pelo erizado, pero en ocasiones, la vuelta se hace con las maletas cargadas de recuerdos y una paz interior. O incluso, un corazón acompañado por otros que descubrimos por el camino.
Luego, la vida entendida por el director barcelonés en sus guiones cinematográficos, es una sucesión de pasos que vamos recorriendo hasta que el cuerpo nos indica un punto de no retorno, y mientras nos relacionamos dentro de lo posible con nuestros seres queridos o amigos, desde la era del "Krámpack" hasta su anterior encuentro con Cámara y Darín, con una pistola apuntando a las relaciones humanas.
De esa premisa, se construye el argumento de "Truman", cuando un hombre maduro, intenso e incrédulo, descubrirá que este punto de no retorno ha llegado, debiendo tomar sus inquebrantables decisiones frente a los supervivientes a su alrededor. Pero, el filme Truman no trata sobre el sufrimiento físico, ni la angustia mental, tampoco del final al que todos estamos sentenciados, por contra, Cesc Gay se acompaña del sentido del humor que viene demostrando durante su carrera, con sentido caústico y realista ha rodado una lucha universal con la mirada intimista, con la cámara en un bis a bis indestructible, dedicándose a hablarnos sobre esos últimos instantes vitales y no recreándose en la muerte. Pues, sus amigos son lo importante y la magia del cine, su punto de afinidad.
Creo que voy a intentar deconstruir la historia de un actor absoluto, interpretado con encomiable gracejo argentino por un enorme Ricardo Darín.
Un buen día (o pichi pichá), respondes al teléfono y alguien se comunica con voz entrecortada, explicando sin motivos que ha tomado una decisión irrevocable, triste pero muy humana también. Recordando otros tiempos que eran más jóvenes, ves a aquel actor joven que luchara por hacerse un hueco en el competitivo mundo artístico. Tan jovial e irreverente... aunque ha vivido los últimos años luchando contra la enfermedad, en una soledad más insondable de lo que jamás hubiera pensado o deseado, cuando tenía todo por delante.
La memoria se excita y las imágenes se agolpan en la pantalla, si aquel simpático héroe, más o menos anónimo, evita lamentación y la lástima, apacigua su propia vida cuando se reencuentra con una verdadera amistad. Recorrerán juntos la complicada situación como antaño, y seguirán entregado a su pasión, una relativa carrera que resta por establecer en nuestra mínima existencia. Si Cámara hubiera sido él, habría hablado por los codos, pero un científico tecnológico o matemático, tiene una estructura mental tan diferenciada...
En fin, viendo su caminar y como va regalando copias de aquella película de suspense policíaco, que no tuvo la calidad requerida (aunque ames doblemente), ni el éxito deseado para el principiante que soñaba con ser un actor entre los más grandes del estrellato (claro, todo thriller no puede alcanzar la excelencia de un secreto en sus ojos). Olvidando aquel proyecto acabado, seguramente Julián dedicaste a exprimir al máximo tu juventud, buscando juergas en el centro de Madrid hasta el amanecer, en compañía de bellas mujeres y excesos más prohibitivos que sanos. Una vida de artista con todas las consecuencias, que te permitió desplazarte de un extremo del mundo al siguiente y dejar una singular huella por escenarios y vidas, como el pensamiento de algunos buenos amigos.
Pero, todo aquello acabó (al menos cómo lo viviste en época irreversible), te despediste de Tomás mirando a Canadá, y llegó fracasado en el tiempo, un matrimonio que te llevaría a la desconexión con el mundo real, imperceptible al principio como un aprendizaje o adiestramiento canino, que aísla y detiene las relaciones, sólo sales de tu cueva hacia el trabajo que te apasiona, olvidando la salud y las emociones, pensando en tu propio hijo.
Imaginemos por un instante que, tu oficio no pertenece a la interpretación sino que tu cabeza está más familiarizada con las ecuaciones, entonces serías un personaje más cerebral y reservado, te confundirías con tu alma gemela, tanto que si tuvieras un grave problema tendrías que acudir a ese actor parlanchín y descarado, para que te diera el ánimo imprescindible para seguir adelante. Pero, tú eres el Feroz Ricardo Darín y te expresas brillantemente, no Javier Cámara en papel memorable, ambos ganadores también de premio interpretativo en el Festival de San Sebastián.
Por consiguiente, en una etapa de claroscuros como ésta, los dos amigos participaríais de cada instante, os fijaríais atentamente en hechos más inapreciables a lo habituado, diaria y alegremente, como pasear a una mascota o tener conversación con un desconocido del banco de un parque, sentarse en una terracita a charlar, recorrer tascas del foro, o... tener un diálogo emocionado sobre el sentido de la vida cuando el insomnio te atenaza, acudir a una obra de teatro que indaga en aquellas relaciones peligrosas tan atractivas como Dolores Fonzi, reír con humildad caústica ante la corrosión interior. En definitiva, compartir un café o unas caladas sobre el sofá y descubrir el verdadero significado del término amistad, no otros figurados, cuando te sientas a la mesa de un restaurante, equivocarse y sentir el perdón en carne propia cuando sentenciaste a los demás... emborracharte una noche de lágrimas, para recordar juergas enlazadas con el presente en una cama separada. En la mesilla, el director guarda posiblemente varios premios, desde su corazón.
Ahora, piensa que el verdadero amigo, no te pide nada a cambio. Siquiera juzga tus errores o caprichos, ni se mete en tus emociones personales e íntimas, porque se queda en el exterior, hablando con su mujer al otro lado del mundo, posiblemente, y explicándole que estas circunstancias son duras, pero el viaje será inolvidable aunque cueste un río de lágrimas. Ya que salimos de un polvo y en polvo nos convertimos, me comprenderás.
Pero acompañando a tu amigo, cabezota, y no eres Truman ni Capote para escribir este maravilloso guion. Tampoco el infantil y entrañable Carrey engañado por el show de su vida. Eres oyente calmado, un Tomás genuino obsevador e infatigable al desánimo, reflexivo y empático, y formáis una pareja inimitable, mágica. Con varios tatuajes a tu espalda, que se cimbrea en el escenario a ritmo de rock, aún, eres capaz de despertar el interés de unos ojos tan bellos y solitarios, al otro lado de una barra del Madrid nocturno.
Y, en otro viaje insospechado, te hallas a la mesa con una mentira flotando en el aire, entre un madrileño con doble nacionalidad que quiere trasladarse a otra ciudad, quizás víctima de algún recuerdo o de la enfermiza sangre de marras. Una francesa inteligente y universitaria que habita en Amsterdam junto a su invisibilidad, otro español que se trasladó cerca del Polo Norte para triunfar profesional y económicamente, y un loco argentino que representa el sexo todos los días y vive en la capital de un reino de sombras y luces, aquel Madrid perdido en el tiempo. Ya no queda...
Quizás, las cosas hubieran sido diferentes si...
"Vaya una vida de perros..."
@CinecomioWall
Cartel de la película |
A pesar de su fidelidad, cada cual tiene sus propias costumbres o personalidades ´animales`, no es lo mismo un gato que un perro, ya que si fuera el primero tendría un especial sexto sentido curtido durante años de felino jugador y cazador, diferente al olfato y la transparencia afectiva de un cánido.
Creo que los animales (alguno de ellos) serán protagonistas en la próxima ceremonia de los Goya, cuando se lean las candidaturas que el director español Cesc Gay ha acumulado con un estimulante y sincera película titulada "Truman".
Así, cuando planeas un viaje de ida y vuelta, partes con lo necesario en la maleta para limar las posibles vicisitudes que puedan aparecer por sorpresa. Algunas personas recorren esos vericuetos en solitario, enfrentándose a los problemas como un felino con el pelo erizado, pero en ocasiones, la vuelta se hace con las maletas cargadas de recuerdos y una paz interior. O incluso, un corazón acompañado por otros que descubrimos por el camino.
Luego, la vida entendida por el director barcelonés en sus guiones cinematográficos, es una sucesión de pasos que vamos recorriendo hasta que el cuerpo nos indica un punto de no retorno, y mientras nos relacionamos dentro de lo posible con nuestros seres queridos o amigos, desde la era del "Krámpack" hasta su anterior encuentro con Cámara y Darín, con una pistola apuntando a las relaciones humanas.
Más, tarde o temprano tendremos que estar preparados para la pérdida y evitar un sufrimiento excesivo.
De esa premisa, se construye el argumento de "Truman", cuando un hombre maduro, intenso e incrédulo, descubrirá que este punto de no retorno ha llegado, debiendo tomar sus inquebrantables decisiones frente a los supervivientes a su alrededor. Pero, el filme Truman no trata sobre el sufrimiento físico, ni la angustia mental, tampoco del final al que todos estamos sentenciados, por contra, Cesc Gay se acompaña del sentido del humor que viene demostrando durante su carrera, con sentido caústico y realista ha rodado una lucha universal con la mirada intimista, con la cámara en un bis a bis indestructible, dedicándose a hablarnos sobre esos últimos instantes vitales y no recreándose en la muerte. Pues, sus amigos son lo importante y la magia del cine, su punto de afinidad.
Creo que voy a intentar deconstruir la historia de un actor absoluto, interpretado con encomiable gracejo argentino por un enorme Ricardo Darín.
Un buen día (o pichi pichá), respondes al teléfono y alguien se comunica con voz entrecortada, explicando sin motivos que ha tomado una decisión irrevocable, triste pero muy humana también. Recordando otros tiempos que eran más jóvenes, ves a aquel actor joven que luchara por hacerse un hueco en el competitivo mundo artístico. Tan jovial e irreverente... aunque ha vivido los últimos años luchando contra la enfermedad, en una soledad más insondable de lo que jamás hubiera pensado o deseado, cuando tenía todo por delante.
La memoria se excita y las imágenes se agolpan en la pantalla, si aquel simpático héroe, más o menos anónimo, evita lamentación y la lástima, apacigua su propia vida cuando se reencuentra con una verdadera amistad. Recorrerán juntos la complicada situación como antaño, y seguirán entregado a su pasión, una relativa carrera que resta por establecer en nuestra mínima existencia. Si Cámara hubiera sido él, habría hablado por los codos, pero un científico tecnológico o matemático, tiene una estructura mental tan diferenciada...
En fin, viendo su caminar y como va regalando copias de aquella película de suspense policíaco, que no tuvo la calidad requerida (aunque ames doblemente), ni el éxito deseado para el principiante que soñaba con ser un actor entre los más grandes del estrellato (claro, todo thriller no puede alcanzar la excelencia de un secreto en sus ojos). Olvidando aquel proyecto acabado, seguramente Julián dedicaste a exprimir al máximo tu juventud, buscando juergas en el centro de Madrid hasta el amanecer, en compañía de bellas mujeres y excesos más prohibitivos que sanos. Una vida de artista con todas las consecuencias, que te permitió desplazarte de un extremo del mundo al siguiente y dejar una singular huella por escenarios y vidas, como el pensamiento de algunos buenos amigos.
Pero, todo aquello acabó (al menos cómo lo viviste en época irreversible), te despediste de Tomás mirando a Canadá, y llegó fracasado en el tiempo, un matrimonio que te llevaría a la desconexión con el mundo real, imperceptible al principio como un aprendizaje o adiestramiento canino, que aísla y detiene las relaciones, sólo sales de tu cueva hacia el trabajo que te apasiona, olvidando la salud y las emociones, pensando en tu propio hijo.
Imaginemos por un instante que, tu oficio no pertenece a la interpretación sino que tu cabeza está más familiarizada con las ecuaciones, entonces serías un personaje más cerebral y reservado, te confundirías con tu alma gemela, tanto que si tuvieras un grave problema tendrías que acudir a ese actor parlanchín y descarado, para que te diera el ánimo imprescindible para seguir adelante. Pero, tú eres el Feroz Ricardo Darín y te expresas brillantemente, no Javier Cámara en papel memorable, ambos ganadores también de premio interpretativo en el Festival de San Sebastián.
Javier Cámara y Ricardo Darín tienen un duelo interpretativo en esta película |
Ahora, piensa que el verdadero amigo, no te pide nada a cambio. Siquiera juzga tus errores o caprichos, ni se mete en tus emociones personales e íntimas, porque se queda en el exterior, hablando con su mujer al otro lado del mundo, posiblemente, y explicándole que estas circunstancias son duras, pero el viaje será inolvidable aunque cueste un río de lágrimas. Ya que salimos de un polvo y en polvo nos convertimos, me comprenderás.
Pero acompañando a tu amigo, cabezota, y no eres Truman ni Capote para escribir este maravilloso guion. Tampoco el infantil y entrañable Carrey engañado por el show de su vida. Eres oyente calmado, un Tomás genuino obsevador e infatigable al desánimo, reflexivo y empático, y formáis una pareja inimitable, mágica. Con varios tatuajes a tu espalda, que se cimbrea en el escenario a ritmo de rock, aún, eres capaz de despertar el interés de unos ojos tan bellos y solitarios, al otro lado de una barra del Madrid nocturno.
Y, en otro viaje insospechado, te hallas a la mesa con una mentira flotando en el aire, entre un madrileño con doble nacionalidad que quiere trasladarse a otra ciudad, quizás víctima de algún recuerdo o de la enfermiza sangre de marras. Una francesa inteligente y universitaria que habita en Amsterdam junto a su invisibilidad, otro español que se trasladó cerca del Polo Norte para triunfar profesional y económicamente, y un loco argentino que representa el sexo todos los días y vive en la capital de un reino de sombras y luces, aquel Madrid perdido en el tiempo. Ya no queda...
¡Qué sabrán médicos y las drogas, del sentimiento! Ni de la soledad que sentiste frente a sus ojos, muchos instantes de fatiga en el alma o dolor en silencio, cuando debiste quedar postrado ante esos fuertes tratamientos y medicamentos que te dejaban tirado en tu isla. Aunque, siempre con tu fiel amigo al lado, respirando tan cerca que no te juzgaba, pues sólo pedía un poco de arroz con sus trozos de carne, o alguna que otra ´chuche` que llevarse al colmillo. Si al menos hubiera sido un gato, hubiera intuido mejor tu estado porque tu ánimo, ya lo veía a pesar de la tristeza en sus ojos.
Después de dejarte llorar en soledad, aquel quebranto que se necesita para no irte a la mierda del todo... antes de tiempo; el verdadero amigo que emprende un viaje de ida y vuelta, con su cabeza puesta en tus problemas y recuerdos junto a vos, verá lo único que te queda y te hará feliz.
Truman es un filme emocionante y al límite (que ganará aún más esplendor con el tiempo) dotado del humor sensitivo y sencillez de un director que va recorriendo su propio viaje con claridad meridiana en su objetivo, desde una infancia o pubertad en descubrimiento hasta la madurez callejera y vibrante. Una carrera que brilla guiada por las palabras, conversaciones intensas o delirantes, y escenas enmarcadas en lugares o silencios, a través de marcos de puertas y garitos, la luz de la gran ciudad de aquí al cielo, fotografiando la sinceridad de la interpretación con un compromiso artístico sin cortapisas. Truman es ese viaje reservado, sólo de ida, pero que vuelve con el corazón más acompañado que, en aquel inicio traumático. El dolor es así, aunque seas un animal interpretando la realidad, como Ricardo Darín y sus compañeros de reparto en esta gran película, humana como Truman.
Quizás, las cosas hubieran sido diferentes si...
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